18.12.06

Santillán o la historia de otra persona


La estudiada indiferencia a la que se pretende confinar actualmente a tan difamado personaje, poco tiene de importancia para él mismo. Entrenado para no sucumbir ni siquiera a los más pérfidos planes, mantiene su moral en los más altos estándares jamás conocidos. De esta forma, sólo se explica que no reaccione a los innumerables achaques y acusaciones que se le endilgaron desde que su presencia fue advertida en La Pirámide.

Ajeno a su alrededor (o muy consciente de la situación) continuó el desarrollo de su vida por los carriles acostumbrados. Ante tal falta de sobresalto o respuestas, algunos habitantes de la legendaria morada comenzaron a preguntarse si este fenómeno no les tomaba el pelo, sin más.

Si hasta le quisieron inculpar un problema interno de la casa incluyéndolo en una lista negra que revelaba a los principales sospechosos de mandar a rodar versiones del todo nefastas. Pero no. Santillán jamás hizo caso de tales corrientes (o por lo menos lo disimuló muy bien) y sólo se dedicó a dejar caer su pelo corto y blanco por doquier, a chupar los restos de la parrilla cuando había asado y a querer confraternizar (demasiado, para el gusto de muchos) con Oliva, la perra de la casa.

12.12.06

¿Alguien tiene fuego?


Luego de que la fiesta fuera tildada de bizarra por presentes y ausentes, la vapuleada Pirámide mira con ansias el nuevo calendario.
Tras un 2006 cargado (en el pleno sentido de la palabra), la cuenta final o the faina shaundaun, como le dicen algunos, propone recopilar en pequeños textos las historias acontecidas a la luz del afamado triángulo. Pero antes, la principal tarea será deshacerse de semejante personaje (foto) que encontró, en los recovecos de la casa, un lugar especial para cultivar su hábito. Varios han tratado, a lo largo del año, resguardarse o pasar "sólo unos días" al calor de la buena voluntad de sus habitantes. Y muchos lo han conseguido. Por supuesto, las experiencias fueron dispares.
Varios de aquellos parásitos abusaron de la hospitalidad; algunos, no. Pero lo cierto es que los más experimentados moradores de la encomiable estructura esperan no tener que recurrir a la violencia para explusar a este individuo que se ha empecinado en acovacharse en el patio trasero, cerca de la parrilla.